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Lavar, centrifugar y aclarar

Ahora mismo estoy “centrifugando” mi mente, un lavado de ideas buenas, malas y regulares que últimamente no me dejan pensar con claridad.

Todo el mundo tiene días malos, y yo he comprobado que de cada mes 10 días son de esos. Es algo aproximado, claro. Además cuando alguien te pregunta “¿Te pasa algo? Tienes mala cara ¿Estas triste” Solemos contestar eso de “Nooooo” sorprendidos de que nos hagan esa pregunta. Pues señoritos todo chus sabe que sí que nos pasa, porque es algo que no podemos disimular, si algo te preocupa o te quita el sueño eso se nota. Hay días que veo a Anuski o a Kar de mal humor, doy por hecho que se han levantado con el pie izquierdo y ya está. Pero no, sé que les preocupa algo, que tienen problemas o han discutido con cualquiera…. pero también sé que si pregunto la contestación va a ser “nooooo, nada”.  Prefiero esperar a que sean ellos quienes venga a contármelo.

La cosa cambia cuando soy yo quien tiene el problema. Si me preguntan, mal. Si no me preguntan, también mal. Somos así de complicados. Por eso estoy haciendo un centrifugado rápido, para poder volver a pensar con claridad y no escribir semejantes “soseces” que espero que en el fondo entendáis un poquito. Sé que hay gente que ha pasado un verano muy crudo, otras solamente una semana, hay gente que lleva varios meses preocupada, yo concretamente llevo 15 meses, y fijo que alguien llevará años…..  Se nota, se NOS nota y lo sabemos aunque no lo queramos reconocer.

De todas las maneras todos los meses mi Txikiyó me hace lo mismo, cualquier día le pego una cabezada y me quedo bien “rempancingada”

Tomaaa.a, tomaa…… una entrada típica de Kar (de las de no entender nada) Aunque chicuelas todas sabemos de que hablo por eso me he comido hoy 6 oreos, porque no me pasa nada…………..

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Marieta

  Érase una vez una gallina llamada Marieta. Vivía en un corral con muchos más animales, patos, cerdos, ovejas…. Cuando Marieta era chiquitina e iba a la escuela con sus compañeros, era objetivo de burlas porque era una gallina peculiar. Su plumaje no era abundante, llevaba gafas de culo de vaso y no sabía cacarear. Todo el mundo le llamaba Marieta la fea. Su mamá siempre le decía: “Marieta, tu no eres fea, eres diferente” Pero ella sabía que era la gallina más fea del corral y que por mucho que lo intentará nunca sería como las demás. Su aspecto estaba labrando una personalidad tímida, insegura…. La adolescencia fue la etapa más dura. Sus compañeras de corral la aceptaban pero Marieta veía que no se integraba. Todas sus compañeras tenían a polluelos rondándoles. Paula con Felipe; Nuria con Gonzalo; Jessi con Javi…… pero ella estaba sola. Su plumaje, sus gafas y su cacareo seguían siendo sus peores enemigos. Un día; la mamá de Marieta comprendió que su hija tenía un problema y es que cada día estaba más triste y más sola. Así que decidieron poner solución al asunto. Fueron al oftalmólogo que le llevaba el problema de la vista y llegaron a la conclusión de cambiar sus gafas por unas lentes de contacto, pero estas costaban un riñón y la madre de Marieta no podía costearlas. Marieta debía poner algo de su parte, así que colgó unos carteles en el corral donde se podía leer: “Gallina responsable se ofrece para tareas de hogar, cuidado de niños y atenciones a mayores. Preguntar por Marieta” Y se sentó en la cocina a esperar alguna llamada. En pocos días ya tenía 3 viviendas que atender, así que Marieta iba a estudiar, luego le daba de comer a Gabriela una cerda malhumorada que tenía las 2 manos rotas, después pasaba a casa de Rufino, un asno soltero y le limpiaba la cocina y el baño; y por las noches iba a dormir con Jacinta una gallina muy mayor que estaba muy enferma. Por todas esas labores Marieta ganaba 3 pesetas y media. En poco más de medio año Marieta tenía ahorrado 700 pesetas. Le llegaba para sus lentes de contacto así que visitó a Don Gabriel y decidió comprarlas. Marieta estaba feliz, todo el mundo le paraba en el corral para decirle lo guapísima que estaba y a ella eso le proporcionaba una gran autoestima. Siguió trabajando otro año más y ahorrando hasta la última peseta. No tenía vida porque estaba todo el día ocupada con la esuela y sus trabajos. Cuando volvió a llenar su hucha fue a ver a Doña Catalina, un gallina del corral de enfrente que era curandera. Doña Catalina examino su plumaje y receto una cataplasma de flores  y una friegas de barro blanco. Por todo ello Marieta pago 512 pesetas (el trabajo de 5 meses). Marieta comenzó a aplicar las cataplasmas y las friegas todos los días y su plumaje comenzó a coger brillo y espesor.

Cada día Marieta se sentía mejor consigo misma, se veía como las demás gallinas del corral. Paula, Nuria y Jesi no paraban de decirle lo bien que estaba. En el corral no paso desapercibido el cambio que había experimentado Marieta.

Aunque, nuestra amiga, en su interior seguía siendo la misma gallina de siempre, aquella gallina fea e insegura que era de pequeña y que tantos años le hizo sufrir. Su aspecto había cambiado sí, la gente la aceptaba mucho más pero Marieta siempre pensaba que seguía siendo fea, que debía mejorar su cacareo, que debía adelgazar un par de kilos y operarse el pico porque lo tenía un poco torcido. Marieta comenzó a obsesionarse con gustar a la gente e hizo todo lo posible por conseguir todos sus objetivos. La madre de Marieta veía a su hija más contenta que nunca pero aún así tomó la decisión de tener una conversación seria con ella, donde le dijo que por muy mucho que cambiase su aspecto exterior lo que importaba era como se veía ella interiormente y que era eso lo que realmente debía cambiar. tenía que aprender a quererse tal y como era. Marieta pensó en lo que su madre le había dicho y decidió no volver a pensar en cambiarse el pico, ni su físico. Seguía siendo la misma Marieta de siempre, tímida, insegura y fea pero con unas plumas bonitas y sin gafas.

Aprendió a vivir, pero no a disfrutar de la vida porque Marieta en el fondo se sentía tan desgraciada como siempre porque eso no podía cambiárselo ninguna curandera, ni oftalmólogo, eso debía cambiarlo ella y no fue capaz de conseguirlo.

Y es que la personalidad de una gallina se forma desde pequeña y todas tus vivencias y sus experiencias hacen que esa personalidad se desarrolle de una manera u otra. Todos hemos vivido situaciones diferentes en momentos diferentes y por eso somos así. Es algo que nunca vamos a cambiar, no hay dinero ni especialistas que cambien los sentimientos y eso es lo que aprendió Marieta, a vivir tranquila con ella misa, a mirarse al espejo y ver un plumaje bonito o unos ojos más expresivos pero también a ver a la misma Marieta de siempre la que nunca había sido popular por su belleza, la fea.

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«Ti»

leyre primilla

“Ti” es la primera palabra que le oído pronunciar a mi primilla Leire. Va  a cumplir en noviembre 1 año y esta hecha una muñequilla. Es la más guapa, la más lista, la más graciosa, la más  espabiladilla y la más de todo. Porque para algo es mi primilla ¿no? supongo que a cada cual le pasara lo mismo con los suyos.

La historia fue así. El domingo estaba yo trabajando en el o´clock a la hora de los pintxos cuando entraron mis tíos y leire,  le dimos un poco de hojaldre y luego un cachito de un crepe con queso y jamón. Cuando le pregunte si quería mas pintxos me contestó “ti”  y en ese momento se me cayó la baba.

¡¡Ay la gracia torera!!  Me la habría comido.

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Felicidad compartida

felicidad

La vez que Maribel Verdú ganó el Goya a la mejor actriz en 2008 se lo dedicó a su familia, amigos pero nunca se me olvidará la última frase que dijo: “y sobre todo se lo dedico a la gente que al oír mi nombre se ha alegrado tanto o más que yo”. Os preguntaréis el ¿por qué de este comienzo no? pues es simplemente para decir que yo ese día me alegre por la Verdú, porque se lo merecía. Y saber que hay gente que se alegra cuando a tí te pasan cosas buenas te hace sentir querido. 

 Por lo tanto cuando tu te alegras por las cosas buenas que les pasan a tus amigas también contribuyes a que sean un poquito mas felices. Este finde nos hemos llevado una muy buena sorpresa al enterarnos que a una amigas le había pasado una cosa genial, y nos hemos alegrado por ella muchíííiíísimo. No daré más detalles porque no es una cosa mía y no sé si le haría gracias que yo iría contando sus intimidades públicamente, pero que sepas pedorra que en esta entrada eres tú la protagonista.

 Nada más que añadir 😉

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Todavía me acuerdo de ti

abuela

Hoy hace 6 meses que nuestra abuela se fue. Sigo acordándome de ella cada dos por tres, sobre todo cuando me meto en la cama o cuando hago un viaje con Ana. El coche ha sido mas de una vez nuestra vía de escape. No olvidaré la vuelta de Pamplona un sábado por la mañana después de salir por ahí con Kar. Ese día saque yo el tema, casi siempre lo hago, y sacamos a relucir todas las frases de nuestra abuela, sus terminaciones, la forma de despedirse cuando nos íbamos de su casa (adiós, adiós), las historias que nos contaba……  El día que me dijeron que había aprobado el master llegue a casa muy contenta, pero me eche a llorar porque sí había aprobado el puto master pero mi abuela no estaba ahí para verlo. Y ¡ala! hice llorar a todos los de casa, en un principio me sentí fatal por darles a todos semejante desazón, pero luego pensándolo fríamente fue un momento bonito. Hay muchas cosas que me recuerdan a mi abuela, el olor del gel que te dí anuski para tu tirón de espalda olía a la abuela, ¿te acuerdas? Es que era el olor exacto de la abuela, como a limón….. a ella no le gustaba oler a vieja, y siempre se daba colonia de esa S-3 fresquica, fresquica….. se echaba en las manos y se daba por los brazos. Y no se me olvidará la frase que le dijo Kar a Laura Zalduendo en el tanatorio “ Ay! Estas abuelas y el apego que les tenemos…..” Y sí, nosotras estábamos muy apegadas a nuestra abuela porque era una mujer, fuerte, graciosa, sencilla…..

 Algún día espero poder hablar de ella con Kar y con mi apatxo, porque con ellos me cuesta más. No sé si es muy adecuada esta entrada, o lo que opinará la gente que la lea, pero necesitaba escribir sobre ello y decir bien alto que:  “todavía me acuerdo de ti”

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